Haría lo que fuera por mi trabajo soñado. Ahora tengo que hacerlo. Para salvarme el pellejo en la oficina, soy forzada a venderme en un club a ciegas exclusivo e ilegal. Él pagó miles de dólares por una noche para poseerme, pero cuando la venda cae, quiero más. Más noches, más reglas y más de este hombre inaccesible e inflexible.
Regla número uno, no hacer preguntas. Regla número dos, no mentir. Pero, ¿La regla número tres? Esa es la más difícil de obedecer.
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