Ivonne Martin vivía muy tranquila hasta que un hombre con traje entró en su supermercado pidiendo hablar con ella en privado. La noticia de que su padre había fallecido cinco días antes la sorprendió, sobre todo porque su padre parecía gozar de buena salud esa misma mañana. Aquello tenía que ser un error, pero algo le decía que ese hombre no se equivocaba y que su vida estaba a punto de cambiar para siempre, para llevarla nada menos que hasta Australia, donde debía reclamar su herencia.
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