Shay Gable odiaba hasta mis entrañas, y yo las de ella.
Nos desviábamos para evitarnos todo el tiempo. Cuando ella venía en mi dirección, yo iba en la otra. Cuando se cruzaban nuestras miradas, ella se daba la vuelta y se alejaba.
Todo eso cambió el día en que me propusieron un reto. Todo comenzó como una estúpida apuesta: hacer que Shay se enamore de mí antes que yo de ella.
Esa era una apuesta fácil de ganar.
Yo no amaba, a duras penas me gustaba alguien.
Lentamente el juego empezó a cambiar. Shay me hizo ver cosas que no sabía que quería.
Amor.
Felicidad.
Ella.
Cuanto más nos acercábamos, más retaba ella mi oscuridad y las partes que yo ocultaba.
El dolor.
El sufrimiento.
La verdad.
El juego entre nosotros se volvió muy real, nuestros sentimientos se mezclaron y el riesgo de lastimarnos creció.
Pero ya sabes lo que dicen...
Todo vale en el amor y la guerra, especialmente los corazones rotos.
Una vez, me enamoré de un chico.
Un hermoso y roto chico que tenía su propio mundo de problemas.
La gente me advirtió sobre nuestro amor, pero no los escuché.
Parecíamos débiles, jóvenes y tontos.
Peligrosamente enamorados.
No nos importaba.
Para mantener nuestros corazones protegidos de las opiniones de los demás, nos convertimos en el secreto del otro.
Compartimos momentos robados. Toques tiernos. Abrazos secretos.
Era nuestra retorcida historia de amor, y funcionó hasta que nuestras vidas cambiaron para siempre.
El chico que amaba se convirtió en el nuevo chico de oro de Hollywood.
Su carrera floreció mientras la mía se estancaba.
Encontró un éxito masivo mientras yo descubría múltiples fracasos.
Se volvió importante mientras que mis sueños nunca se hicieron realidad.
Nos mudamos a diferentes reinos donde nuestras piezas ya no encajan.
En los cuentos de hadas el amor lo conquistaba todo.
En la realidad, el amor era la principal razón por la que los imperios comenzaban a caer.
Siempre supe que Landon era parte de mi historia.
Era mi principio, mi nudo y mi fin.
¿El único problema? No estaba segura de que yo todavía perteneciera a la suya.
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