Blue Moon. El espiritu de la laguna

 

Aquella noche en el jardín de Flor de Luna se respiraba un ambiente más ajetreado de lo habitual. Normalmente era un lugar tranquilo y silencioso, pero en ese instante unos murmullos y cuchicheos exaltados quebraban la calma y la espiritualidad del frágil parterre. Se trataba del emplazamiento más peculiar y místico de toda la laguna. Cada milímetro del jardín rezumaba magia e incluso el observador menos avispado se daría cuenta de que algo maravilloso podía ocurrir de un momento a otro. En el jardín, siete guardianes se ocupaban de sus siete flores. Cada uno de ellos tenía el deber de proteger la flor que le habían asignado durante el resto de su vida, puesto que aquellas siete delicadas flores eran las más valiosas del mundo acuático. Para poder vivir absorbían la luz y la energía de la luna y solo florecían en las noches de plenilunio. Pero aquella noche no era como las demás y por ese motivo los guardianes estaban agitados. Era una noche de luna azul, lo que significaba que de cualquiera de esas flores podía nacer una hija de la Luna. Sin embargo, incluso en una luna azul era tremendamente difícil que ocurriera: hacía tantos años que en la laguna no nacía ninguna sirena Aysun que eran pocos los que todavía las recordaban.