Professor

Las cosas que sabía de ella, la forma en la que la observaba. Todo era para protegerla, para conocerla.

A ella le gustaba el té con leche y azúcar, extra dulce, como sabía que serían sus labios si la besara.

Estaba desesperado por ella.

Ella mordisqueaba el lápiz cuando estaba concentrada, su pequeña lengua saliendo y se moviéndose a lo largo de su labio inferior.

Tenía hambre de ella.

Jugaba con las puntas de su pelo cuando estaba nerviosa con sus largos y delicados dedos como si tocara el piano. Sus uñas pintadas de rosa.

Las cosas que me imaginaba que harían esas pequeñas manos.

También se mordía el labio inferior cuando estaba preocupada con esos blancos y rectos dientes hundiéndose en la carne roja, como si estuviera mordiendo una manzana, como una adicción que me consumía.

No niego que la deseaba. Ni siquiera intenté ocultarlo.

Inocente. Eso es lo que ella era.

La aceché, supe siempre que le gustaba y disgustaba... obsesionado con ella.

La quería como nunca había deseado nada en mi vida. Y me dije que observarla y seguirla era para mantenerla a salvo. Para mantenerla mía.

Yo era su profesor. Ella mi estudiante. Estaba mal necesitarla como yo lo hacía. Pero me consumía como si estuviera desesperado por respirar y ella fuera el oxígeno. Era un bastardo egoísta, y cuando se trataba de Grace, la quería para mí solo.