Estaba agotada. Me había levantado tempranísimo para aprovechar bien la mañana y tanto empeño le había puesto al asunto que, ahora, a las diez de la mañana, me había dado flato por intentar hacerle una foto a una cabra montés. Lo de correr monte arriba seguía sin ser lo mío, pero ya se sabe, los hay que nunca aprenden y yo era una del grupo. El caso es que, para cuando llegué al camino que daba al pueblo, estaba en las últimas y todavía quería hacer un par de paradas más. Lo mismo estaba pasándome un pelín con lo de ponerme al día con el lugar. En estas me encontraba, con la cabeza gacha apoyada sobre los brazos mientras me sostenía agarrando con fuerza la vara de caminar, cuando un coche negro paró en seco levantando un montón de polvo haciéndome toser. Estupendo para mi flato. —¿Se encuentra bien? —preguntó una voz femenina. Levanté la cabeza para contestar. —Perfectamente, gracias por preguntar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.