Alexa contoneó su cuerpo de un lado a otro mientras el hombre de ojos verdes que bailaba con ella sonreía y le seguía el ritmo. ―No está mal para una gringa ―le dijo al oído. Ella arqueó una ceja y dijo: ―¿Qué? ―El baile… Ya sabes, las malas lenguas dicen que ustedes no son muy buenos bailarines. Alexa soltó una carcajada. De hecho, ella no bailaba y estaba bastante segura de que solo estaba haciendo el ridículo debido a unas copas de más. ―Soy una experta del baile ―mintió mientras sus caderas marcaron un contoneo más fuerte. ―Eso parece. De pronto la música se volvió más lenta y suave. La chica envolvió el cuello de él con sus brazos y cerró los ojos. Solo quería disfrutar del momento. Últimamente su vida tan normal se había vuelto una locura. Estaba a una semana de convertirse en una princesa y ya estaba arrepintiéndose. Llevaba tres semanas junto a la princesa Elizabeth y la señora Rogers aprendiendo un montón de cosas inútiles. Cumpliendo su parte del trabajo. En poco tiempo tomaría el lugar de otra mujer y fingiría ser ella por un mes.
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