Ser plantada es horrible para una chica.
Sobre todo si tu prometido era también tu amor de la infancia, tu príncipe azul y el apuesto y granuja duque en torno al que has construido todos tus sueños. Y es aún más horrible si te deja dos semanas antes de la boda y se marcha a Egipto. Una joven tardaría mucho tiempo en superar esa clase de humillación. Pero, ¿y si seis años después, la víspera de su boda, él regresa y decide que quiere recuperarte? Le dirías que es una lástima.
Pero ¿y si es tan seductor, apuesto, pícaro y encantador como siempre? ¿Y si su regreso despierta todas las antiguas pasiones que creías haber vencido? ¿Y si te sorprende anhelando el pasado y cuestionando el futuro? ¿Y si tienes que pasar todo un mes en la misma fiesta con él y con tu nuevo prometido? Bueno, para lady Beatriz Danbury, ese tipo de situación es más que espantosa. Es imposible. Es intolerable. Es una pesadilla. Pero también podría resultar ser su sueño hecho realidad.
Tan solo quería una cita... Desde el momento en que se conocieron, Julia supo que Aidan Carr, el respetabilísimo duque de Trathen, tenía algo de diabólico, un demonio dentro que ansiaba en secreto lo que no podía tener, un demonio que abrigaba deseos hacia ella. de modo que cuando necesitó que la pillaran en una situación comprometida, Aidan fue la respuesta a sus plegarias.
Una cita fue suficiente... Se suponía que Aidan estaba buscando novia, pero no podía pensar en otra cosa que no fuera su escandalosa relación con Julia. Recuerdos ardientes, eróticos en lo que la besa, la lleva a la cama y tiende su cuerpo desnudo sobre el suyo no dejan de atormentarle y tentarle. ¿Qué tenía esa descarada seductora a la que tanto le costaba resistirse? Y ¿cómo puede impedirse llevarla por segunda vez a su cama?
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