El estar confinada a una casa no era tan malo, según Zoey York. Ella siempre había tratado de sacar lo mejor de lo que tenía, de hacer una vida por sí misma, aunque ella misma no estuviera... viva.
Eso es hasta que Adam compra la casa en la que ella habita, y sin verla, la ve. Trabajando como su ama de llaves, pronto se da cuenta de que él puede afectarla de una manera que nunca pensó posible. Durante el día, él la frustra, la enfada y le hace querer estrangularlo. Pero por la noche... Permitiéndole creer que ella no es nada más que un sueño, ella va a el, y su toque enciende un ardiente fuego dentro de su cuerpo y alma.
Adam Cooper podría ser ciego, pero ciertamente puede sentir a Zoey. Es tremendamente frustrante, entrometida y huele a melocotones frescos, y él se siente atraído hacia ella de una manera que había jurado nunca volver a sentir. Aunque se niega a dejarla entrar en su corazón, la espera ansiosamente todas las noches en sus sueños donde puede amarla de la manera en la que él desea desesperadamente mientras está despierto.
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