Marco era el Rey del mundo.
Pero un Rey sin Reina.
Multimillonario, atractivo, playboy…
Y una cama vacía en los días duros.
Pero un Rey sin Reina.
Multimillonario, atractivo, playboy…
Y una cama vacía en los días duros.
Una mansión en silencio.
Un corazón vacío.
Y entonces llegó Alicia.
Un corazón vacío.
Y entonces llegó Alicia.
Ella era su nueva asistente personal.
Y Marco no mezclaba negocios y placer.
O eso se repetía a si mismo…
… Iluso de si.
Y Marco no mezclaba negocios y placer.
O eso se repetía a si mismo…
… Iluso de si.
El deseo le superaba.
Día a día. Semana a semana.
Y no podía soportarlo más.
Tenía que hacer algo.
Día a día. Semana a semana.
Y no podía soportarlo más.
Tenía que hacer algo.
Ella le admiraba, eso era obvio.
Le deseaba. ¿Quién no lo haría?
Fue una noche. Solo una noche.
Pero… ¿y si era la excusa perfecta?
Le deseaba. ¿Quién no lo haría?
Fue una noche. Solo una noche.
Pero… ¿y si era la excusa perfecta?
Marco la deseaba. Pero no la amaba.
Y aún así, era el golpe perfecto.
Casarse con una “plebeya”?
Iba a hacer su imagen impecable.
Y aún así, era el golpe perfecto.
Casarse con una “plebeya”?
Iba a hacer su imagen impecable.
Y ella disfrutaría de una vida de lujo.
¿Matrimonio de Conveniencia? Hecho.
Pero… ¿y si el sexo se convertía en algo?
¿Y si Marco empezaba a sentir algo más?
¿Matrimonio de Conveniencia? Hecho.
Pero… ¿y si el sexo se convertía en algo?
¿Y si Marco empezaba a sentir algo más?
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