Huir
de Venecia a Rusia tal vez no fue una buena idea. Pensándolo bien,
Damon Salvieri se preguntó si no habría sido mejor enfrentarse a la
policía veneciana, en lugar de aceptar el asilo y el trabajo de
guardaespaldas que le ofrecía Sergueï Dragonovitch, un temido mafioso
eslavo.
Si se hubiera quedado en casa, el veneciano nunca habría conocido a Nikolaï, el heredero de su nuevo jefe.
Sus ojos nunca se habrían encontrado.
Y el infierno nunca se habría abierto bajo sus pies...
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