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Mi nombre es Francisco Casanovas, y a veces siento que soy el único hombre de verdad en esta maldita ciudad. Siempre se agradece que mujeres como ella sepan reconocerlo de vez en cuando.
Un pub. Ella. Yo. Un polvo de una noche.
Todos necesitamos uno de esos de vez en cuando, incluso aunque no nos guste reconocerlo. Una cana al aire donde puedas simplemente disfrutar del momento y hacer como que el resto del universo no importa.
Sin necesidad de nombres, ni de números de teléfono, ni de dormir juntos. Porque todos sabemos que la química es suficiente, y que hay noches donde sólo queremos una cosa: sexo.
¿Cuál es mi problema? Cuando comienzo mi primer día de la universidad en la facultad de medicina como profesor de anatomía, y a la que me encuentro sentada en primera fila es a ella. Rocío de la Vega.
Acababa de meter la pata hasta el fondo.
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